Durante los últimos 15 años nos hemos llenado la boca al hablar del ADN Barça. Lo hacíamos para referirnos a jugadores como Xavi, Iniesta o Piqué. Jugadores que tienen un toque mágico de balón, que saben controlar el ritmo del partido con un simple control. Algo que, en realidad es más ADN Ajax que otra cosa. Todos los títulos ganados en la última década y media puede que nos haya hecho olvidar todo lo que vino antes. Unos títulos que ahora parecen un espejismo tras el burofax nuclear que el jugador más importante de la historia del club soltó anunciando que se quería ir del club, y además hacerlo gratis y en confrontación frontal con la directiva. Y ese, y no otro, es el verdadero ADN Barça.
Basta echar una mirada a la historia no reciente del club para ver cómo una larga lista de ídolos se marcharon de forma poco decorosa: Samitier, Kubala, Cruyff, Maradona, Schuster, Romario, Laudrup, Stoichkov, Ronaldo, Rivaldo, Figo… Casi es más fácil hablar de los mitos que se han ido como merecen y esa lista casi se reduce a Puyol, Xavi e Iniesta. Incluso en esta época dorada del Barça, Ronaldinho, Deco y Etoo se fueron de forma tumultuosa. Estos días se va a leer mucho sobre que “era imposible imaginar un final más triste para la etapa de Messi en el Barça”, y sin embargo es la forma más Barça en la que podía hacerlo. Y más visto que él quiere y puede, a sus 33 años, seguir ganando títulos, mientras que el club carece de rumbo, no hay un plan deportivo más allá de dilapidar cantidades ingentes de dinero en fichajes ruinosos como Dembelé, Coutinho y Griezzman o en contratos millonarios con firmas tenebrosas para crear perfiles falsos en redes sociales para criticar a sus propios futbolistas.

A medida que leyendas como Alves, Iniesta o Xavi se marchaban, sus recambios han sido medianías en el mejor de los casos. Solo Ter Stegen y Umtiti mantuvieron el nivel (que una lesión y la estupidez del francés le hayan convertido en exjugador con 26 años no es atribuible a la directiva, fue de los mejores centrales del mundo). El resto mejor no analizarlos. Visto el panorama, raro es que Messi no decidiese largarse hace dos años, cuando la decadencia del club, en rumbo directo a convertirse en un nuevo Milan, era más que evidente. Y más ahora que Bartomeu parece más decidido a aprovechar este último año para salvar su culo vía ingeniería fiscal y no tener que responder con su patrimonio ante las pérdidas de este ejercicio ante una posible acción de responsabilidad (melón que abrieron ellos), podemos discutir las formas de Messi, pero no que tiene más razón que un santo. De otra forma alguien como El Gran Capitán no habría salido en su defensa.
Respeto y admiración, Leo. Todo mi apoyo, amigo.
— Carles Puyol (@Carles5puyol) August 25, 2020
Y hay que admitirlo: los culés de toda la vida, los que vimos el 4-0 de Atenas, los que nos acostábamos con Ronaldo Nazairo renovado para despertarnos viéndolo en el Inter, los que vimos la fuga de Figo, los que nos ilusionamos con Alfonso y Mendienta, los que escuchamos a Gaspart decir en chino que Rivaldo no se vendía. En definitiva, los que tenemos el verdadero ADN Barça, disfrutamos como cerdos en una charca de estas explosiones en forma de supernova del Barça. Es volver a los viejos tiempos. A tiempos anteriores a las pandemias y crisis económicas globales, antes de que en los aeropuertos te registren tanto que acabas en calzoncillos. Para muchos, es volver un rato a la infancia, cuando no tenías que preocuparte por las facturas y por Hacienda.
Es volver a los buenos tiempos.