Tinder, el afterhours del siglo XXI. Un lugar en el que todo puede pasar, especialmente si no es algo muy normal. Es, muy posiblemente, la aplicación de moda que permite unir a dos personas con solo deslizar un puñado de fotos a la derecha. Ha tomado el mundo al asalto y hemos oído todo tipo de historias -incluso alguna relacionada con cacas voladoras-, pero posiblemente la más hilarante es la destapada por Francesca Mari en The Cut.
Nunca sabes a qué puede llevar preguntar las aficiones o el trabajo de un match: puedes estar hablando con un abogado o con una dominatrix profesional. Pero la misma Francesca asegura que no estaba preparada para la respuesta que recibió cuando le preguntó a Sean (nombre falso) por sus hobbies.
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Un hacker de Tinder la lía con un algoritmo que empareja a hombres ‘heteros’ entre ellos