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Juego de tronos 8×05: El guión, en llamas

Con solo un episodio para terminar la serie, Las campanas es una muestra de los peores vicios del guión en las últimas temporadas

¡Alerta, spoilers!

Escribir una serie es algo tremendamente difícil, solo superado por la dificultad de cerrar la trama. Especialmente una serie tan compleja como Juego de Tronos, con personajes por un tubo y tramas entrelazadas, era casi imposible. El problema de la serie es que en sus primeras temporadas puso el listón del guión tan alto que ahora, sin la mano guía de los libros de GRR Martin, sencillamente no están a la altura.

Siete temporadas son muchas y es normal que una serie pueda perder su frescura, o incluso puede perdonarse que algunas tramas de una serie no cierren a la perfección. Pero la parte más decepcionante de Juego de tronos no es que lo que ocurra no tenga gancho, sino que el guión está poco trabajado, en muchos casos es pobre e incluso puede ser algo tramposo.

Esto es algo que ya se vio de forma alarmante en la pasada temporada, cuando la flota de Euron Greyjoy de golpe era capaz de doblar el espacio y cruzar el continente entero en apenas un capítulo, y los dragones podían cruzar todo el continente en apenas un episodio, cuando en temporadas anteriores los viajes requerían bastante más tiempo. Martin y las primeras temporadas usaron esto para crear un mundo creíble y donde cualquier movimiento se tenía que medir, algo que no se ha sabido gestionar más tarde y que los guionistas han tirado por la ventana traicionando las reglas que ellos mismos establecieron.

Juego de tronos 8×05, o lo peor de los guionistas puesto en primer plano

Juego de tronos ha puesto la historia al servicio de las necesidades del guión, y no el guión al servicio de las necesidades de la historia, y es algo que destaca de forma abusiva en este episodio.

Las campanas es, eso no se puede negar, un espectáculo visual de primer nivel. Algo sin precedentes en televisión, más allá de la Batalla de Invernalia de hace dos episodios. No es tan tenso como ese episodio, pero sin duda es muy disfrutable. El problema es que cuando empiezas a rascar un poco, ese guión vago se hace evidente más que nunca.

Al final del anterior episodio, Euron usaba unos escorpiones para matar a Rhaegal sin aparente dificultad. Al primer tiro, acierto, y disparando desde un barco movido por las olas para más inri. Queda claro que son unas armas mortales y que Daenerys tendrá que valorar muy bien el riesgo de exponer a su último dragón. Sin embargo, una secuencia de créditos después, Daenerys destruye todas las defensas como si nada, tanto las de la Flota del Hierro como las de las murallas.

Así lo único que se logra es crear una tensión artificial que no tiene recompensa. Algo parecido, pero no tan exagerado, ocurre con la Compañía Dorada. Es una forma de subvertir las expectativas, algo que Juego de tronos siempre ha hecho, pero en este caso da la sensación que queda es que se subvierte por el simple hecho de subvertir. La muerte de Ned Stark o la boda roja también subvertían las expectativas, pero empujaban la serie en una nueva dirección. No en este caso.

Paralelamente a esta subversión por la subversión, el capítulo también ha caído en el fanservice gratuito en el enfrentamiento entre el Perro y la Montaña. El arco argumental de Sandor Clegane daba la sensación que hacía tiempo que se había completado, y se hubiera redimido muriendo en Invernalia para salvar a Arya o a Sansa. Daba la sensación de que la única razón por la que seguía en la serie era para cumplir con la ansiada teoría del Cleganebowlel enfrentamiento entre ambos hermanos. Y así ha sido, pero con un peso dramático muy descafeinado.

No hay absolutamente nada en juego en esa lucha, la vida de nadie está en juego ni es un obstáculo para alcanzar ningún objetivo. Simplemente luchan por luchar y es irrelevante quién gane. Es un buen final para el arco del Perro, justo después de hacer ver a Arya que ella no quiere seguir sus pasos, pero posiblemente podía habérsele dado un final con más peso que una escena que puedes eliminar y el capítulo seguiría siendo casi el mismo.

Un final anticlimático para uno de los mejores villanos de la historia

Y para finales de personajes que puede decepcionar a muchos, el de los gemelos Lannister cuyo incestuoso polvo en Invernalia empezó todo el pollo de la Guerra de los Cinco Reyes. Cersei es, sin duda, uno de los mejores villanos de la historia. Una malaputa descomunal, impredecible y desquiciada. Sorprende que su final y el de otro de los personajes mejor escritos de la serie, Jaime, haya tenido un punto de poco ceremonioso. Había muchos candidatos para matar a Cersei -empezando por Arya y acabando por el propio Jaime-, y al final quien ha hecho el trabajo ha sido un trozo de techo cayendo en su cabeza (causado por el fuego del dragón, cosa que le da un poco de épica). 

Sorprende también que semejante víbora no haya plantado batalla, no tuviera un as en la manga que sirviera de últimisima gran putada. Se ha limitado a observar a Daenerys quemándolo todo, algo que ha dejado helados a todos, incluso a la mayor zorra de la historia de la televisión. Es cierto que este final encaja con su mayor defecto, creerse más lista de lo que es. Ella está convencida de que va a ganar la batalla y su plan se desloma en el minuto 1. No solo eso, sino que lo que hace Daenerys es mucho peor de lo que podía hacer ella: las llamas verdes que se pueden ver dejan entrever que ella pretendía volar la ciudad como último recurso pero ¿cómo reaccionas cuando tu último recurso es el primero de tus enemigos? A pesar de todo, queda una agria sensación de que la muerte de este personajazo ha sido usado solo para presentar la que será la verdadera villana final de la serie: Daenerys Targaryen.

La reina loca, pero loca del todo

Daenerys nunca ha tenido problemas a la hora de quemar vivo a alguien: la bruja de la primera temporada, el hechicero de Qarth, el vendedor de esclavos, o el padre y hermano de Sam han sido algunas de las personas que han ardido por orden expresa de la madre de los dragones. La serie ha insistido que los Targaryen tienen históricamente un tornillo que se suelta fácil y Daenerys se encuentra en una situación personal muy extrema.

Durante toda la serie hay dos elementos por la que se ha definido: sus dragones y ser la legítima heredera del trono de hierro. En muy poco tiempo, ha visto como dos de sus tres dragones han muerto y además resulta que hay un heredero más legítimo. Encima está enamorada de ese heredero que ahora no acaba de tener muy claro lo de enrollarse con su tía. Justo cuando está a punto de alcanzar su objetivo, se queda sin suelo bajo sus pies y paranoica perdida. No está fuera de su carácter quemarlo todo.

Convertir un héroe en un villano es algo que funciona a la perfección –Breaking Bad lo hizo a la perfección-. Pero para eso hace falta ir a fuego lento y mucha preparación.

Da la sensación de que los responsables de la serie decidieron tomar esta ruta en el último momento. Los elementos a desarrollar estaban allí, pero el descenso a la locura de Daenerys parece haberse acelerado abruptamente en los últimos episodios, para verla ahora matar inocentes muy a lo loco. 

Todos teníamos el deseo secreto de ver a Daenerys arrasar todo con sus dragones y ahora lo hemos visto hasta las últimas últimisimas consecuencias, dejando una sensación desagradable -eso, de hecho, es subversión bien hecha-, pero queda como un salto brusco en la evolución del personaje.

En Breaking Bad, cuando Walter envenena a un niño hasta casi matarlo para alcanzar su objetivo a nadie le pareció un cambio en su carácter, y eso que unas temporadas antes era todo un Flanders. Eso es porque Vince Gilligan planeó bien el arco de su personaje, mientras que David Benioff y D. B. Weiss parecen haberse quedado algo cortos.

Un final decepcionante para una serie que fue brillante

Mucho se va a debatir sobre cuándo perdió Juego de tronos sumojo y posiblemente haya un gran consenso apuntando hacia el momento en el que la serie dejó de tener la guía de los libros. En defensa de los guionistas también hay que decir que los dos últimos tomos Festín de cuervos Danza de dragones tampoco son los mejores de la saga. Sin embargo el verdadero problema no es tanto que la historia en sí esté decepcionando (con matices que habrá que valorar tras el último episodio, es una dirección bastante válida), es que la forma en la que se está narrando es facilona y tramposa, algo tremendamente decepcionante teniendo en cuenta el nivel visto en las primeras temporadas.

Queda un último episodio de 80 minutos -una película- y muchas cosas pueden ocurrir en ese rato que cambie la perspectiva de lo visto en estos últimos episodios. Pero parece bastante complicado que nos deje con un buen sabor de boca después de dos temporadas lejos de las joyas iniciales. Juego de tronos no es Perdidos, pero tampoco será lo que podía haber sido.

[Más: Juego de tronos 8×03: un imperfecto hito en la historia de la televisión]